02

May

2011

Por Juan José Marthans León.

Por Julio Talledo. 02 mayo, 2011.

Hoy no hay duda de que la creación del Sistema Privado de Pensiones constituyó una decisión acertada. Los más de 4 millones de afiliados y más de US$ 30,000 millones de su fondo posibilitan a nuestra economía disponer de un instrumento que, entre otros, permite amplificar el desarrollo de nuestro mercado de capitales, fortalecer el proceso ahorro-inversión y, entre otros, conducir con mayor propiedad el frente fiscal y de deuda externa. Sin embargo, el camino hacia su consolidación definitiva aún está plagado de obstáculos dado que, por ejemplo, es evidente que la ausencia de competencia se ha acentuado.

¿Cómo se expresa esto? A través de la evolución reciente de las comisiones. Estas, en promedio (incluyendo el efecto del seguro por invalidez y sobrevivencia), se han vuelto a incrementar en los últimos cinco años, acompañadas de un silencio cómplice de muchos sectores y la inoperancia de las entidades que debieron trabajar para reducirlo en condiciones de mercado. De un promedio de 2.72% en el 2006 a uno de 3.07%. Esto es preocupante.

Debe quedar claro que, ante todo, pretender a estas alturas revertir esta situación mediante mecanismos de control sería contraproducente y podría ser interpretado internacionalmente como una antesala al proceso de confiscación que sufrieron millones de argentinos no hace mucho tiempo. Los peruanos, felizmente, hemos aprendido que los controles no funcionan y a la larga generan más ineficiencias que beneficios. La reducción de las comisiones debe transitar por mecanismos de mercado inevitablemente. Eso ya se logró en el Perú antes y puede ser factible lograrlo nuevamente sin mayor inconveniente.

Por ejemplo, en el año 2003 se redujeron las primas de invalidez y sobrevivencia en más de 30 puntos básicos. ¿Cómo se alcanzó esto? Simple. Exigiendo una licitación periódica para dichas primas con la participación amplia de todas las compañías de seguros. Antes de ello, las AFP podían o no convocar a licitación. De otro lado, en el 2005 se indujo a que las AFP ejecuten el traslado más expeditivo entre sus asociados. Antes la celeridad del traspaso dependía de la AFP que se quería dejar y las demoras superaban el año, desincentivando la movilidad de afiliados y la competencia en el mercado. De esta manera, se logró una rebaja promedio de casi 50 puntos básicos.

En total, solo a través de mecanismos de mercado la reducción bordeó el punto porcentual y ello comprometió un ahorro para los afiliados de alrededor de US$ 80 millones anuales. Entre el 2002 y el 2007, la rentabilidad sobre el patrimonio de las Administradoras se llevó a niveles menores a 20%. Las AFP, que a través de voceros miopes sostenían que no se podía reducir las comisiones, quedaron mal paradas frente a la opinión pública. El mercado sí funciona.

Hoy se puede volver a inducir a una urgente reducción de comisiones. Margen hay y la meta debe ser en una primera etapa de alrededor de 1 punto porcentual (incluyendo efecto de seguros de invalidez). De las muchas alternativas para hacerlo, permítanme, brevemente, reseñar dos. La primera, tomar parte de la experiencia de Chile y México y, por ejemplo, iniciar la licitación conjunta de los fondos de los afiliados que periódicamente se incorporan al sistema o se trasladan a otra AFP y que, como resultado, se asigne su administración a la que menor comisión ofrezca.

Para el tramo de la prima de invalidez y sobrevivencia se debe continuar afinando el mecanismo de licitaciones pero, además, para cumplir con la ley, activar, bajo las mismas exigencias técnicas a las que se somete a las aseguradoras, los llamados “autoseguros” administrados por las mismas AFP en caso de que no se concrete una buena oferta. Solo el reciente cambio de la tasa de mortalidad llevó a que la prima ofrecida por ciertas aseguradoras subiera en un rango de solo 3 puntos básicos mientras otras lo hacían en más de 21 puntos. Esto es increíble.

Aún quedan muchos retos por enfrentar para alcanzar un mercado más competitivo en el frente de nuestras AFP. Para su solución tenemos que perseverar motivando competencia y transparencia. Si se hizo poco o nada estos últimos años ello no implica que una nueva administración tome el camino de la inefectividad y pasividad.

 

 

 
* Economista. Docente de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Universidad de Piura. Artículo publicado en el diario Gestión, martes 12 de abril de 2011.

Comparte: